Relatos Folclóricos de Nicaragua


Los relatos folclóricos nicaragüenses son un conjunto de tradiciones y leyendas que se enmarcan en el folclor narrativo popular. Estos relatos se refieren a sucesos maravillosos que tienen huellas de realidad y se centran en temas heroicos o de la historia patria. 

Algunas características de las leyendas nicaragüenses son:

·         1. Se desarrollan en un lugar y tiempo real, aunque pueden incluir elementos ficticios.

·    2.  Están ligadas a un elemento específico y se centran en su integración en la historia o el mundo cotidiano de la comunidad. 

La tradición folclórica nicaragüense posee diversas manifestaciones culturales que incluyen la música, la danza, las leyendas y tradiciones, las canciones, los proverbios populares, las bombas y retahílas, los cuentos, los refranes, los romances, las adivinanzas, los instrumentos coloniales y las canciones.

Las leyendas de Nicaragua, al igual que en todos los países, son un conjunto de relatos y tradiciones folclóricas de Nicaragua, ubicadas dentro del folclor narrativo popular, referidas a algún suceso maravilloso irreal, pero con huellas de realidad, donde se determinan temas heroicos, de la historia patria, de seres mitológicos, de almas en pena, de pactos con el diablo de seres sobrenaturales o sobre los orígenes de hechos o lugares, los cuales se considera que realmente sucedieron y en los cuales se cree.

A continuación puedes leer algunas relatos folclóricos del norte de nicaragua.

La mocoana

En los tiempos del dominio del cacique de Sébaco, en los primeros días de la época colonial, a los españoles les llegó la noticia que en esas tierras tenían oro, entonces llegaron y fueron bien recibidos por el indio, quien les entrego tamarindos de oro para que fueran llevados al rey de España.

El indio le impuso a los españoles no regresar, en cambio los españoles decidieron no hacerle caso, el cacique al enterarse escondió su oro y únicamente le dijo a su hija dónde estaba escondido.

Tiempo después uno de los hijos de los españoles estaba de regreso en Sébaco y se enamoró de la hija del cacique, era muy bella. El cacique se opuso al noviazgo y ella huyo con su amante y le entrego las riquezas de su padre sin embargo el español la encerró en una cueva de un cerro y tapo la salida, ella conocía la salida pero ya era tarde, había perdido el juicio y se convirtió en la mocuana.

En el departamento de Estelí cerca del río la Trinidad comentan que aparece La Mocuana, sale en los caminos e invita a los hombres que transcurren a altas horas de la noche a seguirla hasta la cueva. La gente dice que nunca le han podido ver el rostro; solamente su larga y cimbreante figura junto a su preciosa cabellera negra.


La serpiente de Apante

 


Una misteriosa laguna en la cima del imponente cerro Apante, al sureste de la ciudad de Matagalpa, encierra el apocalíptico secreto transmitido por generaciones entre los matagalpas: ahí está uno de los extremos de la gigantesca serpiente que vive en eterna lucha por soltarse.

Narra una leyenda que siendo muy jóvenes, los príncipes Yasica y Yagüare se enamoraron, pero su amor lo prohibían sus ascendientes, por lo que iniciaron una travesía que los llevó a asentarse al pie del Apante, donde el idilio procreó una prole con la se convirtieron en los fundadores de la actual ciudad de Matagalpa.

 

De hecho, al sur de la ciudad, recientemente fue descubierto el sitio donde presuntamente estuvo asentada Solingalpa, una de las “parcialidades” matagalpas encontradas por los conquistadores españoles. Las otras fueron Matagalpa (o Pueblo Grande) y Molagüina.

Se desconocen detalles de cómo ocurrió, sin embargo, los descendientes de Yasica y Yagüare relataban después que una enorme serpiente fue atada con tres cabellos de la Virgen María. La cabeza reposa debajo de la laguna en la cúspide del apante.

 Mientras que el resto del cuerpo desciende a la cuenca donde hoy está asentada la segunda ciudad más importante de Nicaragua. Oculto, bajo tierra y construcciones, pasa debajo del cerro El Calvario, la Catedral San Pedro Apóstol y la cola quedó debajo de la actual Iglesia San José, sede de la parroquia Inmaculado Corazón de María

Cuenta la leyenda que, al desatarse, la serpiente provocaría una inundación apocalíptica en Matagalpa.

Cuentan que en su eterno intento por liberarse, la serpiente ha roto dos cabellos y ¡solo un pelo sostiene a la sierpe! Los movimientos, dicen los habitantes de Matagalpa, han provocado grietas en las edificaciones, incluyendo la misma catedral.

“Si se revienta el tercer ‘pelo’ de la Virgen, que ata a la enorme culebra, Matagalpa se inundaría, de tal forma que nada sobreviviría”, es la apocalíptica advertencia final de la leyenda.


Leyendas del Pacífico 



Leyenda el Padre sin Cabeza

Cuenta la leyenda que en el año 1549 en la ciudad de hoy León Viejo, alentados por su madre doña María de Peñalosa, los hermanos Hernando y Pedro, hijos del segundo gobernador de Nicaragua don Rodrigo de Contreras, planearon la muerte del primer Obispo en tierra firme fray Antonio de Valdivieso, defensor de los Indios y mediador de las ambiciones de los funcionarios y el clero. Fue asesinado a puñaladas a mano del fiero capitán Juan Bermejo. Con la muerte de este religioso, el primero cometido en América, los asesinos se repartieron la provincia, su población, los objetos de valor y las joyas episcopales del Obispo.

Después de este crimen, que llenó de indignación y de malos presagios a todos los creyentes, aparece una leyenda que refiere, que durante los primeros años de la existencia de la ciudad de León Viejo, el padre de su iglesia fue decapitado de un solo machetazo en el atrio de su mismo templo, por dos poderosos hermanos, y que su cabeza había rodado hasta la orilla del lago Xolotlán, donde se sumergió dando origen a una inmensa ola que se levantó sobre la superficie y avanzó hacia la ciudad, cada vez más grande y fuerte, llegando a reventar donde había sido asesinado el religioso y sepultando a la ciudad.

Pasado este hecho devastador, los indígenas empezaron a ver en los atrios de las iglesias y en las calles solitarias de los pueblos, un bulto negro que se protegía bajo el peso de la lúgubre oscuridad. Con el paso del tiempo algunos moradores se dieron cuenta que la aterradora y sombría aparición era nada menos que un padre sin cabeza.

Los que lo han logrado ver cuentan que el padre sin cabeza lleva sotana y zapatos negros, en la cintura prende un cordón del que cuelga una pequeña campana, la que hace sonar mientras avanza y lleva un rosario en lo que le queda de cuello.

Refiere la leyenda que el padre sin cabeza camina penando por el mundo, visitando los templos de las diferentes ciudades, rezando las letanías o el rosario, buscando su iglesia y su cabeza. Algunos refieren que el padre aparece solo el Jueves y el Viernes Santo, para visitar las iglesias y que cuando se encuentra frente a cualquiera de ellas hace reverencia en la puerta del perdón.


 

“El Barco Negro”, la leyenda del barco fantasma nicaragüense

Cuentan que hace mucho tiempo, ¡tiempales hace! cruzaba una lancha de Granada a San Carlos y cuando viraba cerca de la Isla Redonda le hicieron señas con una sábana.


Cuando los de la lancha bajaron a tierra sólo ayes oyeron. Las dos familias que vivían en la isla, desde los viejos hasta las criaturas, se estaban muriendo envenenadas. Se habían comido una res muerta picada de toboba.

 

¡Llévennos a Granada!, les dijeron. Y el Capitán — preguntó: —¿Quién paga el viaje?

No tenemos centavos, dijeron los envenenados, pero pagamos con leña, pagamos con plátanos.

 

—¿Quién corta la leña? ¿Quién corta los plátanos?, dijeron los marineros.  —Llevo un viaje de chanchos a Los Chiles y si me entretengo se me mueren sofocados, dijo el Capitán.

Pero nosotros somos gentes, dijeron los moribundos

También nosotros, contestaron los lancheros; con esto nos ganamos la vida.

 

—¡Por diosito!, gritó entonces el más viejo de la isla; ¿no ven que si nos dejan nos dan la muerte?

 

—Tenemos compromiso, dijo el Capitán. Y se volvió con los marineros y ni porque estaban retorciéndose tuvieron lástima. Ahí los dejaron. Pero la abuela se levantó del tapesco y a como le dio la voz les echó la maldición: —¡A como se les cerró el corazón se les cierre el lago!

La lancha se fue. Cogió altura buscando San Carlos y desde entonces perdió tierra. Eso cuentan. Ya no vieron nunca tierra. Ni los cerros ven, ni las estrellas. Tienen años, dicen que tienen siglos de andar perdidos. Ya el barco está negro, ya tiene las velas podridas y las jarcias rotas. Mucha gente del lago los ha visto. Se topan en las aguas altas con el barco negro, y los marinos barbudos y andrajosos les gritan: —¿Dónde queda San Jorge? ¿Dónde queda Granada?… pero el viento se los lleva y no ven tierra. Están malditos.


Leyendas del caribe nicaragüense


Son muchas las leyendas del caribe nicaragüense, historias que con el paso del tiempo también ha dado lugar a leyenda relacionada en su mayor parte con los elementos más característicos de la zona, el mar y la agricultura. La figura femenina también ha sido un tema muy tratado en estos cuentos donde se mezcla realidad y ficción.

La mujer pescado. 



Es uno de los mitos más extendidos universalmente,  la existencia de sirenas. En algunos poblados de pescadores se cuenta que todas las noches se baña una mujer con bello rostro y cola de pescado. Se dice que tienen un encanto especial que embruja a aquellos que la observan de cerca. A partir de ese momento no se sabe nada más de ellos.


 

• La Negra Camila. 

Se remonta a la llegada de las tribus provenientes de África que se caracterizaban por tener la tez negra. Entre la multitud destacaba Camila, una mujer de esbelto cuerpo, gran porte y piel oscura. Se decía que era hija de un jeque árabe y su madre era de origen humilde, por eso trataba de la misma forma a las personas sin importar su clase social, algo que le granjeó muchas simpatías.

Un día, mientras estaba ayudando con la pesca del día a su familia, un pirata británico que llevaba por nombre Francis Drake pasó con su barco por la zona y al verla se enamoró perdidamente de ella. Tras insistir a Camila para que se fuera a vivir con él a la isla de La Española, la bella señorita aceptó de buen grado la proposición y desde entonces se dice que se la vio feliz cultivando tabaco y coco, y dejando un gran número de descendientes que han hecho su vida en el Caribe



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